Nota del equipo editorial: Esta es una traducción del artículo “Before Stonewall: The LGBTQ movement behind Compton’s Cafeteria Riot, puede encontrar la versión original aquí.
Nota del autor: Para respetar las maneras en que las personas describían sus identidades para su tiempo, el artículo usa varios términos que ahora son considerados como arcaicos por la comunidad LGBTQ.
Tres años antes del levantamiento de Stonewall de 1969, que movilizó a una generación de activistas LGBTQ, y más de una década antes de que Harvey Milk liderara la lucha contra la Iniciativa Briggs como el primer supervisor municipal gay de San Francisco, un grupo de mujeres trans y drag queens se rebelaron contra la violenta e intolerante represión policial en el reprimido barrio de Tenderloin en San Francisco. Estas valientes activistas dieron la vuelta a la tortilla y dieron paso a una nueva generación de jóvenes homosexuales, especialmente de clase trabajadora y de comunidades oprimidas, que se organizaron con conciencia de clase.
Aunque quedó casi olvidado, el alzamiento de la cafetería Compton’s forma parte de nuestra historia revolucionaria, demostrando que la resistencia militante no es algo nuevo. El levantamiento nos recuerda que nuestras luchas de hoy se basan en las de nuestros antepasados y forman a las que vendrán.
La opresión y la resistencia en un “Ghetto gay”
Se calcula que a mediados de los años 60 había alrededor de 90,000 personas LGBTQ en San Francisco, pero la población transexual de la ciudad estaba concentrada en el céntrico distrito
de Tenderloin. La policía que detenía a personas trans en otras partes de la ciudad las dejaba en el Tenderloin o las dirigía allí después de dejarlas libres.
En esa época, había pocas diferencias claras entre homosexualidad y transexualidad; ambas se agrupaban bajo el paraguas transgresivo de “gay”. Muchos homosexuales se vestían de mujer en privado o para actuar, pero en público le daban prioridad a “pasar” por heterosexuales. Los que se negaban y adoptaban una apariencia femenina –muchos de los cuales pronto se identificarían como transexuales o trasvestis, pero que hoy llamaríamos mujeres trans— eran ridiculizados como “hair fairies” y a menudo no eran bienvenidos ni siquiera dentro de la comunidad gay. Aunque toda la comunidad LGBTQ se enfrentaba discriminación, violencia y opresión en aquella época, las mujeres trans en particular eran el blanco de la policía y de los propietarios explotadores.
“La policía les dejaba saber a las personas de sexo indefinido que sólo pertenecían en Tenderloin, que en aquella época era una especie de ghetto gay, un ghetto gay muy marginal”, relató Suzan Cooke, residente del Tenderloin, a Susan Stryker en el documental de 2005 Screaming Queens: The Riot at Compton’s Cafeteria [1]. Stryker es la anterior directora ejecutiva de la Sociedad Histórica GLBT de San Francisco que “redescubrió” el motín de la Cafetería de Compton y ayudó a reintegrarlo en la conciencia política actual del movimiento LGBTQ.
La discriminación de vivienda era común en todas partes, ya que las personas LGBTQ no tenían ninguna protección contra la intolerancia de los propietarios. Cooke explicó que en el Tenderloin era muy común que los residentes homosexuales vivieran en habitaciones de hotel, al no poder pagar un apartamento o encontrar un propietario dispuesto a alquilarles. En estas habitaciones se amontonaban a veces hasta una docena de personas para que no tuvieran que dormir en la calle, y cambiaban de habitación para evitar que les descubrieran.
Tenderloin era un barrio que había sido excluido de los proyectos de renovación que estaban transformando gran parte de San Francisco, y era uno de los últimos lugares de la ciudad con viviendas accesibles. Era un barrio de prostitución muy oprimido, dirigido por policías corruptos, donde la mayoría de la gente encontraba empleo como trabajadora sexual o en bares de mala muerte que funcionaban bajo el control de la policía, pero donde muchos también vivían y trabajaban en la calle. Para los residentes LGBTQ de Tenderloin, estos empleos representaban el único trabajo al que podían acceder.
La vida en el barrio de Tenderloin era constantemente peligrosa y estaba sometida a los
atropellos de la policía. Las redadas y medidas represivas que se llevaban a cabo regularmente llevaban a las trabajadoras sexuales y a las personas trans a la cárcel, se basaban en leyes que se aplicaban de manera discriminatoria, como la de “bloquear la banqueta”. Esta acusación y las leyes similares contra el “loitering” o merodeo se siguen utilizando en muchas ciudades de los EE. UU. para catalogar a las mujeres trans como trabajadoras sexuales y para acosar a ambos grupos, algo que las mujeres trans llaman “caminar siendo trans”. Una acusación común en ese tiempo era la ” imitación femenina”, según una ley que prohibía llevar ropa del género “equivocado”. Esto criminalizaba la propia existencia de las mujeres trans y podía utilizarse para detener a cualquier mujer trans en cualquier momento.
Después del comienzo de la invasión estadounidense de Vietnam, mientras decenas de miles de tropas estadounidenses pasaban por la ciudad portuaria de camino al sudeste asiático, estas redadas policiales se volvieron más severas y frecuentes, lo que puso más presión sobre los residentes del Tenderloin.
Gene Compton era el dueño de Compton’s, una cafetería abierta toda la noche en la esquina de las calles Taylor y Turk en el corazón del Tenderloin, se dio a conocer como refugio de los constantes peligros de la calle. Un gerente de noche gay era tolerante con los jóvenes homosexuales desamparados que a veces pasaban horas sentados en las mesas aunque no pidieran comida. Empezaron a considerar el café como “su” lugar, y cuando este refugio de tolerancia se vio amenazado en el verano de 1966, salieron a defenderlo de forma contundente.
La juventud homosexual se defiende
Por sí mismo, el acontecimiento que desencadenó la revuelta de la cafetería Compton’s no fue un caso extraordinario, y cualquier otra injusticia podría haber desencadenado la revuelta. Sin embargo, un mes antes de la revuelta, ocurrieron varios incidentes fundamentales que sirvieron para desencadenar un enfrentamiento decisivo entre los jóvenes homosexuales y la policía en la cafetería.
En julio de 1966, el sexólogo y endocrinólogo Harry Benjamin publicó un texto histórico sobre medicina trans titulado, “The Transsexual Phenomenon” (El fenómeno transexual), basado en parte en su trabajo con las personas trans de San Francisco [2]. Benjamin fue uno de los primeros médicos en argüir que las personas transexuales no son delincuentes morales y que la identidad trans no se puede cambiar. Aunque definió la identidad trans como una enfermedad mental, defendió que ayudar a las personas transgénero a hacer la transición era un “tratamiento” que podía ayudarles a llevar una vida feliz y de afirmación. Ayudó a introducir prácticas médicas innovadoras en Europa que no estaban disponibles en los EE. UU., como las cirugías de reafirmación de género y la terapia hormonal.
En aquella época, a las personas trans se las consideraba travestis o “imitadores”, y rara era la vez que se les reconocía como miembros de su género verdadero. En manos de los estadounidenses trans, el libro de Benjamin se convirtió en un instrumento que le permitió a las personas trans luchar por la tolerancia social y el acceso a la atención médica, y de sentirse orgullosas de sí mismas reconociendo que no había nada malo en su persona. Varias mujeres trans del Tenderloin que hablaron con Stryker dijeron que gracias a la obra de Benjamin estaban dispuestas a luchar por la igualdad.
La Glide Memorial Church, una iglesia Metodista Unida radical localizada a sólo dos cuadras de la cafetería Compton’s, tenía un programa juvenil que pretendía alcanzar a los jóvenes queer sin hogar del Tenderloin de una manera distinta a la de otras iglesias. El pastor de Glide, Cecil Williams, le hablaba a las personas LGBTQ sobre los obstáculos materiales de sus vidas y colaboraba con varios grupos homófilos como Daughters of Bilitis para mujeres lesbianas, la Mattachine Society para hombres homosexuales y la Society for Individual Rights para organizar actos comunitarios LGBTQ y empezar a promover los derechos de los homosexuales siguiendo el modelo del Movimiento de los Derechos Civiles.
Los jóvenes queer sin hogar que acudían a Glide formaron su propio grupo, Vanguard, cuyo objetivo era promover un sentimiento de autoestima entre sus miembros, ofrecer ayuda mutua y compañerismo, y llamar la atención de las personas mayores sobre los problemas de la juventud. Su lema era “Has oído hablar del Black Power y del White Power, prepárate para el Street Power” [6].
Vanguard señaló la contradicción y el prejuicio de clase de la agitación del movimiento homófilo contra las leyes que penalizaban el sexo gay subrayando el derecho de las personas a hacer lo que quisieran “en la intimidad de su hogar”. Esta práctica no ofrecía ninguna protección a las personas sin hogar ni a las trabajadoras sexuales. Los miembros de Vanguard empezaron a considerar las calles del Tenderloin como su hogar, cambiando el concepto de “sin hogar” y exigiéndole a los demás que recogieran sus desechos, incluidas agujas y botellas vacías, y que pusieran fin a las peleas.
En julio de 1966, Vanguard lanzó su primera acción política después de que Compton’s —su lugar de reunión favorito— aumentara su discriminación contra la clientela LGBTQ. Un nuevo gerente nocturno contrató guardias para que los maltrataran y el restaurante comenzó a aplicar “cargos por servicio” a las facturas, por lo que Vanguard organizó un piquete frente a Compton’s con los ministros de Glide y las organizaciones homofílicas de la zona.
Al final, el piquete del 18 de julio no logró cambiar el comportamiento de la administración, pero creó una unidad de objetivos entre los que protestaban y estaban dispuestos a resistir militarmente.
“Los transexuales se volvieron más fuertes porque las circunstancias lo exigían”, comentó Amanda St. Jaymes, considerada la “madre” de la comunidad queer de Tenderloin en aquella época. “Nos cansamos de que nos acosaran. Nos cansamos de que nos hicieran entrar en el baño de hombres cuando íbamos vestidas como mujeres. Queríamos nuestros derechos” [3].
“Estábamos cansados de que nos detuvieran sin motivo. Arrestados por ser quiénes éramos. Nos metían a la cárcel por obstaculizar la calle. Por vestirnos de mujer, porque en aquella época era ilegal. Hacían cualquier cosa que se les ocurriera para cumplir su cuota o simplemente para convertir nuestras vidas en un infierno”, recordaba en 2018 Felicia “Flames” Elizondo, una residente de Tenderloin que participó en el levantamiento [4].
Se desconoce la fecha exacta del alzamiento y su historia solo fue reconstruida por historiadores como Stryker décadas después a través de recortes de periódico y entrevistas con los residentes de Tenderloin que participaron en el levantamiento [5].
Una noche de verano calurosa, en agosto de 1966, todo alcanzó un punto decisivo. Un agente de la policía detuvo a una mujer trans sentada en una mesa de Compton’s, y ella, indignada, le tiró el café a la cara. Volaron platos y vasos, carteras pesadas y tacones altos les cayeron encima a los agentes, y las ventanas del café se hicieron pedazos al desatarse el conflicto en la calle.
Antes de que terminara, incendiaron un quiosco de periódicos y una patrulla de la policía, y docenas de personas pelearon con la policía en la calle mientras llegaban más camionetas de la policía para llevarlos a la cárcel. Cuando los restaurantes de la zona prohibieron la entrada a las mujeres trans en represalia por los disturbios, fueron recibidos con piquetes, y cuando los de Compton’s se negaron a ceder, volvieron a destrozar sus ventanas recién reemplazadas.
“Toda la basura está frente a la escoba”
Aunque el levantamiento en la cafetería Compton’s fue ignorado en gran medida por la prensa corporativa en ese momento, tuvo un profundo efecto en Tenderloin. La comunidad queer ganó nueva unidad y nuevos aliados, a veces en lugares inesperados.
Las acciones de Vanguard se expandieron constantemente, creando una publicación que dio voz tanto política como artística a las preocupaciones de su comunidad y ayudó a dirigirlas a los servicios sociales y otros recursos. En el otoño de 1966, unos 50 miembros organizaron otro tipo de manifestación. En una protesta que reclamó tanto el espacio público como la humanidad de la comunidad LGBTQ de Tenderloin, tomaron prestadas escobas grandes de la ciudad y barrieron las calles de Tenderloin, llevando carteles que decían “toda la basura está frente a la escoba”.
Vanguard y Glide Church también trabajaron con la ciudad para crear un Centro para Problemas Especiales (CSP por sus siglas en inglés) bajo el Departamento de Salud Pública de San Francisco, que proporcionó a las personas trans las conexiones médicas necesarias con hospitales del área como la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, que había comenzado a brindar servicios trans.
Quizás la acción más impactante del CSP fue proporcionar a las personas “trans cards” tarjetas de identificación con su nombre elegido y su género real, ya que las leyes transfóbicas aún prohibían cambiarlas en las identificaciones emitidas por el estado. Estas tarjetas le permitieron a las personas trans encontrar trabajo legal y legítimo como ellos mismos sin una conexión explícita con su “nombre muerto” o género asignado al nacer, y muchos residentes de Tenderloin las usaron para entrar en los programas de capacitación laboral dirigidos por la campaña War on Poverty.
La ciudad también creó una Oficina Central para el Programa contra la Pobreza (APPO por sus siglas en inglés) que incluyó a alguien que se convirtió en un aliado poco probable: Elliot Blackstone, un oficial de la policía de San Francisco que se desempeñó como enlace de relaciones comunitarias con la comunidad LGBTQ. Como lo cuenta Stryker, una residente trans de Tenderloin llamada Louise Ergestrasse entró en la oficina de Blackstone poco después de la apertura de la APPO, tiró una copia del libro de Harry Benjamin en su escritorio y le exigió que hiciera algo por “su gente”.
Blackstone se tomó el trabajo en serio, se educó en temas LGBTQ y se convirtió en una fuerza para la reforma en el SFPD. Antes de ser transferido de la oficina por provocar demasiados problemas en nombre de una minoría oprimida, buscó cambiar las políticas policiales hacia las personas trans basadas en los hallazgos de Benjamin y evitar que la policía persiguiera a las mujeres trans por usar instalaciones para mujeres o vestirse como mujeres, ya que se basaba en una ley que ya había sido revocada.
La resistencia crea historia
Esa noche explosiva de resistencia militante, cuando las personas trans se pusieron de pie y dijeron que ya era suficiente, produjo cambios positivos sustanciales en las vidas de los miembros de la comunidad que duraron muchos años y llegaron mucho más allá de los límites del distrito de Tenderloin. Aunque todavía faltaban 3 años para el Levantamiento de Stonewall en Nueva York, las personas trans de Tenderloin en San Francisco demostraron que donde hay opresión, también hay resistencia.
Ahora en el 2021, como cientos de proyectos de ley antitrans son introducidos por legisladores intolerantes y la violencia antitrans se vuelve peor que nunca, es importante que recordemos y celebremos el legado de resistencia militante de nuestra comunidad. Si bien la lucha por la liberación queer y trans continúa, logros como la igualdad matrimonial, la eliminación de la homosexualidad y la identidad trans de la categoría de enfermedades mentales y las protecciones antidiscriminatorias LGBTQ no se ganaron gracias a políticos burgueses individuales u organizaciones sin fines de lucro LGBTQ pertenecientes al establecimiento, sino de la lucha y la militancia de base. Eventos como el levantamiento de la cafetería Compton’s nos recuerdan que no somos objetivos indefensos de opresión y violencia, sino que somos agentes activos de cambio histórico capaces de actuar en defensa propia colectiva y de obtener ganancias materiales duraderas.
Referencias
[1] Susan Stryker, y Victor Silverman, Directores/Guionista.Screaming Queens: The Riot at Compton’s Cafeteria (Frameline, 2005).[2] Harry Benjamin,The Transsexual Phenomenon (Nueva York The Julian Press, 1966).
[3] Stryker y Silverman, Screaming Queens.
[4] Neal Broverman, “Don’t Let History Forget About Compton’s Cafeteria Riot”, Advocate, 02 de agosto. Disponible aquí.
[5] Susan Stryker, Transgender History: The Roots of Today’s Revolution (Nueva York: Seal Press, 2017).
[6] Jennifer Worley, “‘Street Power’ and the Claiming of Public Space: San Francisco’s ‘Vanguard’ and Pre-Stonewall Queer Radicalism”, En Captive Genders: Trans Embodiment and the Prison Industrial Complex, editado por E. A. Stanley y N. Smith (Oakland: AK Press, 2011).