La teoría marxista del Estado: Una introducción

Sep 8, 2023

"Todo el poder para el pueblo", Emory Douglas, 1968-1969.

Nota del equipo editorial: Esta es una traducción del artículo “The Marxist Theory of the State: An Introduction“, puede encontrar la versión original aquí.

Introducción

Nuestra comprensión del Estado se encuentra en el corazón de nuestra lucha para crear una nueva sociedad y eliminar fundamentalmente la opresión, la explotación, la guerra y la destrucción ambiental que son características del capitalismo. En un estado socialista, las personas administran colectivamente la sociedad, incluido lo que producimos, cuánto producimos y las condiciones de nuestro trabajo, para satisfacer las necesidades de las personas y el planeta. Bajo el capitalismo, el estado está organizado para mantener el sistema capitalista y la dictadura de un pequeño grupo de capitalistas sobre el resto de nosotros mediante el uso (o la amenaza) de violencia y una serie de instituciones que presentan la “lógica” del sistema capitalista como “sentido común”. La función principal del estado capitalista es protegerse a sí mismo, lo que significa manejar las contradicciones dentro de la propia clase capitalista y entre la clase capitalista y la clase trabajadora.

Este artículo sirve como una introducción al estado, un tema que toda persona con un sentido de justicia debe entender, ya que determina nuestros objetivos, estrategias y tácticas. Usando la teoría marxista del estado, refutaremos la ideología que nos enseña que el estado capitalista es meramente un mediador imparcial que solo existe para resolver los antagonismos entre las clases, para dilucidar su verdadero papel como la estructura que perpetúa de la explotación y la opresión.

El estado en Estados Unidos siempre ha sido “profundo” (esto es una referencia al deep state, un término popularizado por la derecha para referirse a un “estado dentro del estado” que intenta sabotear la agenda política republicana) en el sentido de que es una organización altamente centralizada y predominantemente no electa con un conjunto expansivo de instituciones que ha facilitado el dominio del capital frente a una variedad de cambios y a través de siglos de agitación. Los elementos fundacionales del estado son represivos, como la policía y el sistema penitenciario, mientras que otros son ideológicos, en el sentido de que reproducen la conciencia y las relaciones sociales capitalistas, como los medios de comunicación. Debido a que no todos los estados capitalistas funcionan de la misma manera, examinamos las diferentes formas que estos pueden tomar, así como las diferencias fundamentales entre los estados capitalistas y socialistas.

La creación de un estado socialista es necesaria para hacer realidad nuestro deseo colectivo de poner fin a todas las formas de opresión y explotación. El estado socialista trabaja para eliminar la opresión policial racista y el encarcelamiento en masa, proteger la salud de nuestro planeta contra la contaminación capitalista e imperialista y crear una sociedad en la que las diferencias en todo tipo de identidades no signifiquen diferencias en el poder. No podemos defender, y mucho menos avanzar, el mundo que necesitamos sin el poder estatal, un poder que no solo pueda reprimir a los antiguos explotadores y opresores, sino que también puede producir un nuevo tipo de sociedad y conciencia: un estado que proteja los intereses de los muchos sobre los de unos pocos. En última instancia, para los comunistas, el objetivo del estado socialista es volverse obsoleto, lo que solo es posible después de la eliminación de la sociedad de clases.

Refutando el mito capitalista del estado

El estado se extiende más allá de lo que pensamos como el “gobierno” de un país e incluye todas las estructuras que la clase capitalista utiliza para mantener su control. En Estados Unidos, la clase capitalista tiene el poder estatal, mientras que la clase trabajadora tiene el poder estatal en China y Cuba. Tener “poder estatal” no significa que la clase dominante, ya sea la clase capitalista o la clase trabajadora, pueda satisfacer sus propias necesidades de manera perfecta o sin limitaciones. En pocas palabras, el estado es el instrumento a través del cual alguna clase persigue sus intereses particulares.

En esencia, el estado capitalista incluye aparatos como la policía, los tribunales, las cárceles y el ejército, fuerzas necesarias para hacer cumplir la voluntad de una pequeña camarilla de capitalistas sobre las masas de trabajadores. El estado capitalista también incluye oficinas administrativas, servicios sociales, sistemas escolares, medios de comunicación, partidos políticos dominantes, instituciones culturales y más [1]. Si esta visión del estado parece amplia, es porque los marxistas no definen el estado como lo hacen los capitalistas.

La clase capitalista estadounidense populariza una visión particular del estado, especialmente del estado democrático, como “un escenario neutral de debate” [2]. En este llamado escenario neutral, el gobierno arbitra entre los intereses en conflicto de la sociedad a través de un conjunto de leyes “justas”, y hace cumplir esas leyes de manera uniforme y racional. Según este punto de vista, cualquier violación de la ley o injusticia en la sociedad es simplemente un error que debe corregirse a través de las vías existentes en el estado, por ejemplo, las elecciones presidenciales o la Corte Suprema. Este punto de vista es, en última instancia, un cuento de hadas, uno que “pone a dormir a la persona común”, en palabras del líder del primer estado socialista del mundo, Vladimir Lenin. Nos pone a dormir “al opacar el hecho importante y básico, a saber, la división de la sociedad en clases que entran una relación irreconciliablemente antagónica” [3].

Los marxistas reconocen que nuestras vidas están moldeadas por un hecho básico: la sociedad está dividida en dos clases con intereses irreconciliables. El estado capitalista está organizado para proteger los intereses del capitalista: la acumulación de ganancias cada vez mayores mediante el aumento de la explotación de los trabajadores y la prevención de que nuestra clase se una y luche por un nuevo sistema. El interés principal de la clase trabajadora es reducir nuestra explotación y eliminar todas las formas de opresión e intolerancia para que nosotros —junto con nuestras familias y comunidades— podamos prosperar. El estado no es una entidad atemporal o abstracta que gobierna un territorio determinado. El estado surge en un momento determinado de la historia humana: surge junto a la división de las sociedades en clases, entre gobernantes y gobernados, propietarios y trabajadores, esclavistas y esclavizados. El estado se desarrolla dentro de una sociedad, como escribió Friedrich Engels, cuando “se desarrollan en [la sociedad] antagonismos irreconciliables que [el estado] no tiene forma de resolver”. El estado surgió para mitigar tales antagonismos, o “para moderar el conflicto y mantenerlo dentro de los límites del ‘orden'” [4]. La ideología capitalista del estado mantiene estos límites del orden para garantizar que el estado mismo sea la única vía disponible para el cambio.

La historia y el presente del estado estadounidense refutan la mitología capitalista del estado como árbitro neutral, y revelan que en realidad está compuesto de órganos o instituciones diseñadas para mantener la dominación de los capitalistas. El estado estadounidense fue establecido por fundadores capitalistas esclavistas y comerciantes, y luego desarrollado por capitalistas industriales y monopolistas [5]. La clase dominante no es una entidad homogénea, y el estado maneja los intereses en competencia de diferentes capitalistas para proteger el capitalismo y la existencia del estado mismo.

Actualmente, la clase capitalista estadounidense utiliza el estado de la república democrática como su “órgano” o forma de gobierno. En lugar de un camino más allá del capitalismo, la forma de república democrática del estado ofrece el “mejor caparazón político posible para el capitalismo”. Este caparazón político le permite al estado fingir inocencia mientras asegura que “ningún cambio de personas, instituciones o partidos en la república democrático-burguesa puede desestabilizarlo” [6]. Lenin proveyó una definición marxista duradera del estado:

“Según Marx, el estado es un órgano de dominación de clase, un órgano para la opresión de una clase por otra; es la creación del “orden” que legaliza y perpetúa esta opresión al moderar el conflicto entre clases” [7].

No importa la clase, el estado siempre es la herramienta de una clase. Para los marxistas, la distinción clave entre los tipos de estado es su carácter de clase. Para los teóricos capitalistas, los tipos de estado se distinguen por su nivel de democracia versus autoritarismo, mientras que ignoran el carácter de clase de ambos. Por lo tanto, no pueden reconocer la existencia del autoritarismo capitalista dentro de las democracias capitalistas, ni reconocer la democracia de la clase trabajadora dentro de los llamados estados socialistas autoritarios. Estados Unidos proporciona un claro ejemplo que refuta el mito del estado como árbitro neutral y demuestra el autoritarismo de los estados democráticos capitalistas. Demuestra que el estado está formado por instituciones diseñadas para mantener el dominio de los capitalistas.

El llamado “orden” está reservado solo para los ricos, ya que todos los trabajadores viven en un estado constante de precariedad, incertidumbre e inseguridad en diversos grados. El caos determina la vida de la persona trabajadora en Estados Unidos. Por ejemplo, los pobres viven en miedo constante de la policía y la desprecian por sus abusos de poder. La policía asesina a más de 1,000 personas cada año, y la mayoría de estos asesinatos ocurren en situaciones no violentas como paradas de tráfico o crisis de salud mental. La opresión racial es parte del día a día de la clase trabajadora. Como dijo Stuart Hall, en muchos países, “la raza es la modalidad en la que se vive la clase” [8]. En Estados Unidos, las personas negras no solo tienen más probabilidades de ser asesinadas por la policía, sino que también tienen más probabilidades de estar desarmadas y sin resistir mientras son asesinadas [9]. En lugar de impartir justicia cuando personas negras inocentes son asesinadas, los tribunales a menudo trabajan con la policía para legitimar la injusticia cometida. El estado estadounidense solo acusa a 2% de los oficiales que cometen asesinatos con cualquier tipo de delito, y los tribunales condenan a los oficiales en menos de 1% de los casos [10].

Si bien el sistema penitenciario del estado no logra sacar a la policía asesina de nuestras calles, es muy eficiente para encarcelar a trabajadores inofensivos. A pesar de tener solo el 4.4% de la población mundial, Estados Unidos tiene 22% de los prisioneros del mundo. Más de 70% de esos presos, están presos por crímenes no violentos o ni siquiera han sido condenados por un delito [11]. Y el 38% de los prisioneros estadounidenses son negros, a pesar de que las personas negras solo representan el 12% de la población [12]. El costo social de los aparatos estatales violentos del sistema capitalista es inconmensurable: familias rotas; niños que quedan huérfanos; generaciones que quedan atrapadas en ciclos de trauma, crimen y pobreza. Este es solo un ejemplo de cómo la clase capitalista usa el estado para legalizar y perpetuar la opresión de los trabajadores estadounidenses. Lejos de encarnar el cuento de hadas de que es solo un “árbitro neutral” y ejecutor de leyes justas, la clase capitalista estadounidense usa el estado para reprimir a la clase trabajadora, de la cual los negros son una parte crucial.

Órganos estatales represivos y productivos

Marx, Lenin y otros revolucionarios a menudo usan la palabra “órgano” para describir el estado y sus elementos constituyentes. Esta metáfora corporal es útil. Los órganos de nuestro cuerpo están formados por células, tejidos y arterias que trabajan juntos para cumplir funciones particulares (por ejemplo, el corazón bombea sangre, los pulmones absorben oxígeno, etc.). Cada órgano depende de y ayuda a los otros órganos a lograr su objetivo: la supervivencia y reproducción del cuerpo. Las arterías y cámaras del corazón están hechas para bombear sangre, y las vías respiratorias y los sacos de los pulmones están hechos para absorber oxígeno con el fin de reproducir el cuerpo. Al igual que un órgano corporal, el estado también está compuesto de varios elementos o aparatos. Los aparatos estatales están guiados por el objetivo de la supervivencia y la reproducción de la clase dominante y su sistema de dominación y explotación.

Los marxistas entienden el estado principalmente como un aparato represivo que utiliza la fuerza de los tribunales, la policía, las cárceles y el ejército para garantizar la dominación de una clase sobre las demás. El aparato estatal represivo contiene las instituciones violentas que trabajan para mantener el poder de la clase dominante. En general, el aparato represivo del estado funciona mediante amenazas directas, coerción y fuerza.

La clase que está en el poder no solo ejerce su control por la fuerza armada y la coerción física. Además de controlar la “fuerza material de la sociedad“, como escribieron Marx y Engels en 1845-1846, la clase dominante también controla “los medios de producción mental”, de modo que sus miembros “gobiernan también como pensadores, como productores de ideas” [13]. Debido a que la clase capitalista posee las fuerzas materiales de la sociedad, que incluyen aquellas que producen y distribuyen el conocimiento, ejercen un inmenso control sobre la conciencia general de la sociedad capitalista, por lo que “en términos generales, las ideas de aquellos que carecen de los medios de producción mental están sujetas” a la ideología capitalista [14]. Marx y Engels no quieren decir que los oprimidos no sean intelectuales. Unos párrafos más abajo escriben que “en la vida ordinaria, todo tendero” posee capacidades intelectuales que “nuestros historiadores aún no han adquirido” [15].

Desde la época en que Marx y Engels escribieron sobre ideología, muchos estados capitalistas, particularmente en sus formas más desarrolladas, han generado y utilizado medios más sofisticados y sutiles para mantener el dominio de su ideología sobre la sociedad. Louis Althusser se basó en el trabajo de Marx y Engels sobre la ideología y la lucha de clases al detallar muchas de sus formas contemporáneas. Estos “Aparatos Ideológicos del Estado incluyen todos aquellos elementos que reproducen el dominio de la ideología de la clase dominante, como el sistema escolar, los medios de comunicación, los partidos dominantes, las organizaciones culturales, los think-tanks, etc. [16]. La misma clase que posee los medios de producción —las fábricas y los bancos, las redes de telecomunicaciones y las corporaciones farmacéuticas— también posee los periódicos, las estaciones de televisión y los estudios de cine. A nivel mundial, seis empresas matrices controlan el 90% de todo lo que escuchamos, vemos y leemos [17].

La escolarización ilustra la vulnerabilidad del dominio capitalista

Un propósito clave de los aparatos ideológicos del estado es hacer que el orden imperante de las cosas parezca natural y atemporal, justificar el capitalismo como la etapa final de la historia humana y normalizar la explotación y la opresión. En Estados Unidos y otros estados capitalistas, el aparato ideológico educativo es central en el sentido de que produce futuros trabajadores con las habilidades, conocimientos, hábitos y actitudes necesarios para cumplir con su lugar en el sistema social general. El sistema escolar “toma a los niños de todas las clases en la edad de la escuela infantil, y luego durante años, los años en los que el niño es más ‘vulnerable’ les introduce, ya sea usando métodos nuevos o viejos, una cierta cantidad de ‘conocimientos técnicos’ envueltos en la ideología dominante” [18]. Esto significa que las habilidades que las escuelas le enseñan a los niños, desde aritmética y literatura hasta ingeniería y codificación informática, son tan importantes como las “‘reglas’ de buen comportamiento” y “moralidad, conciencia cívica y profesional y, en última instancia, las reglas del orden establecido por la dominación de clase” que enseñan [19].

En su estudio de la relación entre la escolarización y el capitalismo en Estados Unidos a mediados del siglo XX, Samuel Bowles y Herbert Gintis encontraron que las escuelas reproducen las relaciones capitalistas no por las intenciones deliberadas de maestros o administradores individuales, sino por cómo “las relaciones de autoridad y control entre administradores y maestros, maestros y estudiantes, estudiantes y estudiantes, y de los estudiantes y su trabajo replican la división jerárquica del trabajo que domina el lugar de trabajo. La orientación hacia las reglas de la escuela secundaria refleja la estrecha supervisión de los trabajadores de bajo nivel; la internalización de las normas y la ausencia de supervisión continua en las universidades de élite reflejan las relaciones sociales del trabajo de cuello blanco de nivel superior. La mayoría de las universidades estatales y colegios comunitarios, que se encuentran en el medio, se ajustan a los requisitos de comportamiento del personal técnico, de servicio y de supervisión de bajo nivel” [20].

Muchas escuelas públicas y autónomas de Estados Unidos, especialmente aquellas en vecindarios de clase trabajadora y de poblaciones oprimidas, requieren que los estudiantes ingresen a la escuela a través de detectores de metales, usan videovigilancia en los pasillos y las aulas, y someten a los estudiantes a registros regulares de sus cuerpos y propiedades. Esto es capturado por el concepto de “vía de la escuela a la prisión” o incluso la “escuela como prisión”, dada la criminalización de todo, desde hablar en voz alta en clase hasta bromas menores y la abrumadora presencia de policías en las escuelas [21].

El aparato educativo destaca dos cosas. Primero, como lo indica el ejemplo de escuelas altamente vigiladas, no hay una línea dura, rápida o permanente que divida los aparatos represivos de los ideológicos. En segundo lugar, la distinción principal entre los brazos ideológicos del estado y su núcleo represivo es que estos últimos son permanentes y seguros, mientras que los primeros son más vulnerables y, por lo tanto, más receptivos al cambio frente a la lucha de clases.

La “teoría de la correspondencia” de Bowles y Gintis mencionada anteriormente es quizás menos importante que su afirmación repetida de que la intervención de las personas en la educación y la sociedad contribuye a la revolución. El argumento del libro contradice aquellos que creen que la educación es suficiente para lograr cambio revolucionario, y su análisis teórico, histórico y empírico los lleva a la conclusión de que “la creación de un sistema escolar igualitario y liberador requiere una transformación revolucionaria de la vida económica” [22]. Concluyen su estudio con estrategias para la educación socialista y la formación de maestros socialistas y, lo que es más importante, enmarcan el objetivo general de la educación socialista bajo el capitalismo como “la creación de la conciencia de la clase trabajadora” para contribuir a la construcción de una revolución socialista.

Destacando la fragilidad de los aparatos ideológicos del estado, Bowles y Gintis argumentan que la conciencia de clase no es “hacer que las personas tomen conciencia de su opresión” porque “la mayoría de las personas son muy conscientes del hecho de su opresión” [23]. La idea de que si solo estudiamos y nos enfocamos en la escuela, ingresamos a una buena universidad y “nos ponemos las pilas” nuestras vidas mejorarán no tiene ninguna base material. Las escuelas no están adoctrinando mecánicamente a los estudiantes en la ideología capitalista o la meritocracia. Los estudiantes están pensando críticamente, cada vez más abiertos a las soluciones necesarias para eliminar la opresión, e incluso se están organizando contra la policía en las escuelas por su cuenta [24].

La Democracia: El mejor órgano para el capitalismo

El “órgano” como metáfora subraya el papel que juegan los aparatos estatales en el mantenimiento de la estabilidad para la clase dominante. Los órganos son entidades interdependientes, vivas y cambiantes que, juntas, desempeñan un papel en el mantenimiento de la homeostasis del cuerpo, lo que significa preservar su estabilidad frente a circunstancias externas cambiantes. Lo mismo ocurre con el estado, ya que el objetivo del estado es mantener la estabilidad del sistema capitalista para la clase dominante, ajustándose a los conflictos tanto dentro de la clase dominante como entre la clase trabajadora y la dominante.

Como Marx y Engels lo pusieron por primera vez en El Manifiesto Comunista, “el ejecutivo del estado moderno no es más que un comité para administrar los asuntos comunes de toda la burguesía” [25]. Entre las tareas del estado burgués está mediar los conflictos dentro de la clase capitalista. Esto sucede, por ejemplo, cuando hay un conflicto entre los intereses de un capitalista individual y el sistema capitalista en general. Si dependiera de capitalistas individuales, destruirían su fuente de plusvalía (los trabajadores) y el medio ambiente, lo que sería perjudicial para la supervivencia del capitalismo. Por eso el estado también gestiona los conflictos dentro de la clase dominante misma, interviniendo para mantener a los capitalistas o empresas individuales “bajo control” en interés del capital en general como sistema económico y político.

El estado capitalista también interviene cuando se enfrenta a la amenaza de revuelta. La legislación que regula la jornada laboral, por ejemplo, estaba destinada a frenar “la pasión del capital por un drenaje ilimitado de la fuerza de trabajo” y estaba motivada por “el movimiento obrero que cada día se hacía más amenazador” [26]. Esta es una de las razones por las que Marx, Engels y Lenin argumentaron que la gobernanza a través de la democracia burguesa era la forma más efectiva de garantizar el dominio del capital. Lejos de inhibir el capitalismo, la república democrática es la forma política más efectiva para el funcionamiento del capitalismo en la medida en que el poder se ejerce a través de mecanismos complejos y varias vías para la “participación” y el “aporte” popular. Cuanto más seguro es el poder de la clase dominante, menos necesita depender de la fuerza bruta.

Esto no significa que la democracia sea irrelevante para nuestro proyecto revolucionario. De hecho, es todo lo contrario: históricamente, las luchas socialistas siempre han surgido de las demandas de derechos democráticos básicos. Ganar esos derechos nos ayuda a experimentar nuestro poder para cambiar la sociedad. Los movimientos socialistas en el mundo anticolonial y dentro de Estados Unidos a menudo se han librado en nombre de una “democracia” falsa, que reserva los derechos que defiende solo para los ricos. El factor distintivo es el carácter de clase de la democracia: existe la democracia de la clase capitalista y la democracia de la clase trabajadora —que es el socialismo. Los revolucionarios están interesados en la democracia de, para y por la clase trabajadora.

De perfeccionar, a tomar control de, a aplastar el estado capitalista

En El Manifiesto Comunista, escrito en 1847-1848, Marx y Engels abordan el tema del estado en el proyecto comunista, pero en un sentido abstracto. Como materialistas históricos, su concepción del estado y su papel en la revolución evolucionó junto con la lucha de clases. En particular, las derrotas de las revoluciones de 1848 y la Comuna de París de 1871 los obligaron a refinar su análisis del Estado.

En 1871, la Comuna de París fue el primer gobierno proletario del mundo; la Comuna duró 72 días. Décadas de guerra, descontento y radicalización llevaron a la clase trabajadora a tomar París. Los trabajadores parisinos eligieron un consejo de los diversos barrios de la ciudad y organizaron servicios públicos para los dos millones de residentes de la ciudad. Su primer decreto fue armar a las masas para defender su nuevo protoestado. Erigieron una “democracia más plena” que la que había existido antes e instauraron decretos profundamente progresistas, feministas y centrados en los trabajadores [27]. Pero antes de que la Comuna pudiera convertirse en un estado, fueron derrocados por una alianza de la burguesía y la aristocracia, cuyos ejércitos mataron a decenas de miles de trabajadores.

A raíz de esta tragedia indescriptible, los mártires de la Comuna dejaron una lección crucial: después de derrocar al estado capitalista, se debe desarrollar un nuevo estado obrero, y este nuevo estado debe ser defendido ferozmente de la antigua clase dominante. El año siguiente, Marx y Engels escribieron un nuevo prefacio a El Manifiesto Comunista extrayendo explícitamente la lección: “La Comuna demostró especialmente una cosa: que la clase obrera no puede simplemente apoderarse de la maquinaria estatal ya hecha y manejarla para sus propios fines” [28.] Lenin añade que “todavía es necesario reprimir a la burguesía y aplastar su resistencia”, y el hecho de que la Comuna no lo hiciera fue “una de las razones de su derrota” [29]. Estas lecciones fueron fundamentales en los éxitos posteriores de la Revolución Bolchevique, así como en las revoluciones posteriores de los pueblos colonizados.

Hoy, algunas personas interesadas en alternativas al capitalismo esperan que podamos construir el socialismo por vías legislativas y electorales, evitando por completo una revolución social a gran escala [30]. Podemos y debemos aprobar legislación para frenar el financiamiento de campañas, aumentar los impuestos a los ricos y otorgar atención médica universal, todo lo cual sería una mejora bienvenida para la mayoría de nuestra clase. Sin embargo, tales reformas parciales no pueden producir la transformación social general que necesitamos; los capitalistas atacarán las reformas progresistas cada vez que puedan, y nuestra clase no tiene el estado para hacer cumplir dicha legislación. La clase capitalista, como toda clase dominante, no permitirá su reemplazo por otra clase a través de su propio estado. Vimos, por ejemplo, cómo el Partido Demócrata manipuló las elecciones para mantener a Bernie Sanders fuera de la carrera presidencial. Cualquier transformación del estado capitalista a través de reformas también será temporera, porque los cuerpos antidemocráticos como la Corte Suprema siempre pueden revertir las victorias tan luchadas del pueblo. Por ejemplo, el derecho al aborto que ganamos en la década de 1970 nos fue arrebatado en el 2022 por la Corte Suprema. Para llevar a cabo transformaciones profundas y permanentes, necesitamos establecer un estado obrero, y necesitamos defenderlo.

El “comité para la gestión de los asuntos comunes de toda la burguesía” nunca gestionará las tareas requeridas para desarrollar una nueva sociedad para los pueblos trabajadores y oprimidos. Así como el mismo órgano corporal no puede realizar dos tareas completamente diferentes —no se puede hacer que el corazón respire o que los pulmones latan— tampoco el mismo estado puede realizar dos funciones completamente diferentes. La función del estado socialista en Estados Unidos será satisfacer las necesidades de su pueblo y del planeta, y la función del estado capitalista es satisfacer las necesidades de los capitalistas que solo buscan ganancias. Por lo tanto, el estado capitalista no puede ser transformado simplemente tomando control de él, debe ser destruido y reemplazado por un nuevo estado obrero.

El estado socialista y su extinción

El estado socialista difiere del estado capitalista en dos aspectos cruciales. Primero, el estado socialista es el estado de la mayoría y no de la minoría, y segundo, el estado socialista es un aparato transitorio, a diferencia del estado capitalista que, debido a que una de sus funciones primarias es mediar —y no resolver— las contradicciones de clase, éste no prevé su propio final. Al primer punto, el Estado capitalista protege los intereses materiales de una pequeña fracción de la sociedad y evita que las vastas masas del pueblo se rebelen contra ella. El estado capitalista debe garantizar que cientos de millones de personas toleren su pobreza y precariedad sin detener la producción. A pesar de que los trabajadores son los productores de todo el valor, no nos damos cuenta de los frutos de nuestras contribuciones. Los capitalistas no producen ningún valor, por lo que su estatus en la sociedad es estructuralmente ilegítimo. Para mantener esta situación desequilibrada, el estado capitalista tuvo que desarrollar aparatos estatales violentos e ideológicos. Los aparatos del estado socialista serán drásticamente menos violentos, ya que necesitarán reprimir solo a una pequeña minoría, mientras dirigen la mayor parte de su energía a satisfacer las necesidades de la gente.

Al segundo punto de diferencia: el estado capitalista afirma estar en su etapa final de la historia. Por el contrario, el objetivo final del estado socialista es volverse irrelevante. Solo sirve como los aparatos transitorios que le entregarán a la humanidad una sociedad sin clases. Mientras que el estado capitalista no tiene un plan para mejorarse a sí mismo, o para resolver las contradicciones que lo definen, el estado socialista se construye con la autoconciencia de que no está en la etapa más alta de la humanidad.

La transición de un estado obrero a una sociedad sin clases es importante, dado que los antagonismos de clase y las opresiones específicas no desaparecen de la noche a la mañana. Los vestigios del viejo orden esperan el momento oportuno para levantarse y llevar a cabo una contrarrevolución, y a menudo son ayudados por imperialistas en el extranjero. El estado debe persistir hasta que “la resistencia de los capitalistas haya sido completamente aplastada, cuando los capitalistas hayan desaparecido, cuando no haya clases” [31]. Sin explotación y opresión, el estado ya no es necesario. Este período de transición dependerá de las condiciones materiales existentes y no puede determinarse de antemano: “No conocemos ni podemos conocer por qué etapas o por medio de qué medidas prácticas la humanidad procederá a este objetivo supremo “, escribió Lenin [32].

El principio fundamental es que el estado socialista transformaría las relaciones sociales, aumentaría las fuerzas productivas de la sociedad, eliminaría la escasez material y luego “se marchitaría hacia la fase superior del comunismo” [33].  Ningún estado socialista, histórico o actual, ha podido superar al estado.

Conclusión: Nuestro papel en el “vientre de la bestia”

La Unión Soviética vivió y murió como estado, y Cuba y China han sido estados durante 60 y 70 años. Debido a que las revoluciones socialistas no ocurrieron en los países imperialistas o capitalistas avanzados, sino en los coloniales, semicoloniales y menos desarrollados industrialmente, el proceso de construcción de las fuerzas productivas requeridas para el socialismo fue y ha sido prolongado. Además, dado que los bolcheviques enfrentaron intervenciones imperialistas de 14 países casi de inmediato, tuvieron que fortalecer su estado. A lo largo de su existencia, la URSS tuvo que “defender su revolución del derrocamiento en un mundo aún dominado por el capitalismo monopolista imperialista” [34]. Cuba ha estado bajo el embargo comercial más extremo de la historia a manos de Estados Unidos desde su nacimiento y ha resistido numerosos intentos contrarrevolucionarios. El embargo está destinado a asfixiar y aislar al pueblo de Cuba, e incitar una contrarrevolución. Sin embargo, el pueblo de Cuba apoya a su gobierno debido a sus incansables esfuerzos por satisfacer sus necesidades en circunstancias difíciles que están fuera de su control. El nuevo blanco de Estados Unidos para la confrontación militar es China, con el objetivo de derrocar al Partido Comunista; para defender los logros de la Revolución China, China debe fortalecer su revolución a través del estado [35].

A pesar de la inmensa presión de la clase capitalista estadounidense, los estados socialistas han podido obtener inmensas victorias. China, por ejemplo, erradicó la pobreza extrema en lo que fue “probablemente el mayor logro del programa contra la pobreza en la historia de la raza humana” [36]. Cuba redefinió recientemente la familia a través de la aprobación de su nuevo Código de Familias, escrito democráticamente y aprobado por referéndum popular. El Código amplía los derechos de los más oprimidos: las mujeres, los niños, las personas LGBTQ y los ancianos. Para que estos estados socialistas prosperen, y eventualmente se marchiten, primero se debe derrotar al imperialismo.

El imperialismo está bloqueando el desarrollo de estados y proyectos socialistas en todas partes. Como organizadores en Estados Unidos, es nuestro deber especial hacer la revolución socialista en nuestro país para que no solo nos liberemos a nosotros mismos, sino también a nuestros hermanos en todo el mundo del flagelo del imperialismo estadounidense.  Una vez que la sociedad esté organizada “sobre la base de la asociación libre e igualitaria de los productores”, “pondremos toda la maquinaria del estado donde entonces pertenecerá —en el museo de antigüedades, junto a la rueca y el hacha de bronce” [37]. Este es el horizonte comunista, en el que el pueblo, a través de sus órganos estatales cumplamos nuestros sueños de organizar la sociedad en nuestro propio nombre.

Referencias

[1] Louis Althusser, ““Ideology and Ideological State Apparatuses: Notes Towards an Investigation”, en Lenin and Philosophy and Other Essays, trad. B. Brewster (Nueva York: Monthly Review Press, 1970/2001), págs. 95-97. Disponible aquí.
[2] Martin Carnoy, The State and Political Theory (Princeton University Press, 1984), pág. 10.
[3] V. I. Lenin “The State and Revolution: The Marxist Theory of the State and the Tasks of the Proletarian Revolution” en The State and Revolution: The Marxist Theory of the State and the Tasks of the Proletarian Revolution (Vol. 25): junio-septiembre de 1917, 385-487 (Moscú: Progress Publishers, 1918/1964), 394. También disponible aquí.
[4] Federico Engels, The Origin of the Family, Private Property and the State (Nueva York: International Publishers, 1884/1972), 229. También disponible aquí.
[5] Para un análisis del estado de Estados Unidos, véase Eugene Puryear, ““The U.S. State and the U.S. Revolution,”, Liberation School, 10 de julio del 2022. Disponible aquí.
[6] Lenin, “The State and Revolution”, 398.
[7] Ibíd., 392; Para más contexto sobre por qué Lenin retomó este estudio, véase Brian Becker, “How the Ideas of ‘The State and Revolution’ Changed History”, en Revolution Manifesto: Understanding Marx and Lenin’s Theory of Revolution, ed. Ben Becker (San Francisco: Liberation Media, 2015), 8-9.
[8] Chas Critcher, Tony Jefferson, John Clarke, Brian Roberts, Policing the Crisis: Mugging, the State and Law and Order (Londres: Macmillan, 1978), 394.
[9] Mapping Police Violence, “2021 Police Violence Report” Disponible aquí.
[10] Ibíd.
[11] Roy Walmsey, “World Prison Population List”, 12a ed., Prison Policy Initiative, 2018. Disponible aquí; Wendy Sawyer y Peter Wagner, “Mass Incarceration: The Whole Pie 2022”, Prison Policy Initiative, 14 de marzo de 2023. Disponible aquí.
[12] Sawyer y Wagner, “Mass Incarceration.”
[13] Karl Marx y Frederick Engels, The German Ideology: Part One, ed. C. J. Arthur (Nueva York: International Publishers, 1932/1970), 64; Para más información sobre Marx y la ideología, ver Derek Ford, “What is Ideology? A Marxist Introduction to the Marxist Theory of Ideology”, Liberation School, 07 de septiembre de 2021.
[14] Marx y Frederick Engels, The German Ideology, 64, cursiva agregada.
[15] Ibíd., 65.
[16] Althusser, “Ideology and Ideological State Apparatuses”, 96.
[17] Nickie Louise, “These 6 Corporations Control 90% of the Media Outlets in America. The Illusion of Choice and Objectivity,” TechStartups, 18 de septiembre del 2020. Disponible aquí.
[18] Althusser, “Ideology and Ideological State Apparatuses”, 104.
[19] Ibíd., 89.
[20] Samuel Bowles y Herbert Gintis, Schooling in Capitalist America: Educational Reform and the Contradictions of Economic Life (Nueva York: Basic Books: 1976), 12.
[21] Véase, por ejemplo, William Ayers, “The Criminalization of Youth: Politicians Promote Lock-Em-Up Mentality”, Rethinking Schools 12, no. 2 (1997/1998). Disponible aquí.
[22] Bowles y Gintis, Schooling in Capitalist America, 265.
[23] Ibíd., 285.
[24] Tracey Onyenacho, “Black and Brown Students Are Organizing to Remove Police From Their Schools”, ColorLines, 21 de julio de 2020. Disponible aquí.
[25] Karl Marx y Friedrich Engels, The Communist Manifesto, trad. S. Moore (Nueva York: Penguin Books, 1888/1967), 221.
[26] Carlos Marx, Capital: A Critique of Political Economy (Vol. 1): The Process of Capitalist Production, trad. S. Moore y E. Aveling (Nueva York: International Publishers, 1867/1967), 229. Disponible aquí.
[27] Para más información sobre la Comuna de París, vea: Richard Becker, “Vive La Commune! The Paris Commune 150 Years Later” Liberation School, 18 de marzo de 2021. Disponible aquí.
[28] Marx y Engels, The Communist Manifesto, 194.
[29] Lenin, “The State and Revolution”, 424.
[30] Para una definición de revolución socialista, véase Nino Brown, “What Does it Take to Make a Socialist Revolution?” Liberation School, 29 de septiembre de 2022. Disponible aquí.
[31] Lenin, “The State and Revolution”, 467.
[32] Ibíd., 477.
[33] Richard Becker, “The Soviet Union: Why the Workers’ State Could Not Wither Away”, en Revolution Manifesto: Understanding Marx and Lenin’s Theory of Revolution, ed. Ben Becker (San Francisco: Liberation Media, 2015), 58.
[34] Ibíd.
[35] Global Times, “Global Times interview: Brian Becker on socialism and the U.S. campaign against China”, Liberation News, 05 de julio de 2022. Disponible aquí.
[36] Ibíd.
[37] Inglés, The Origin of the Family, Private Property and the State, 232.

 

 

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