La lucha de clases en cada mercancía: Valor de uso y valor de cambio

Jul 19, 2024

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Nota del equipo editorial: Esta es una traducción del artículo “The Class Struggle in Every Commodity: Use Value and Exchange Value“, puede encontrar la versión original aquí.

Introducción

Cada año, Pew Research publica un estudio sobre las prioridades políticas de la población de EE. UU. Su informe de 2024 muestra que, al igual que en años anteriores, “ningún tema se destaca más que la economía”, y casi el 75 por ciento de los encuestados lo califica como el objetivo principal para la próxima administración, una tasa “considerablemente mayor” que cualquier otra política [1]. Sin embargo, cuando vemos a expertos hablar sobre “la economía” en las noticias, usan un lenguaje oscuro.

La economía es una abstracción, en el sentido de que no existe tal “cosa” como la economía. Lo que llamamos “la economía” es, en realidad, las formas en que los humanos producen, distribuyen, intercambian y consumen productos o servicios. En este sentido, “la economía” tiene una historia tan larga como la humanidad. Sin embargo, hay diferentes formas de organizar la economía. A diferencia de lo que nos enseñan, la economía capitalista es un fenómeno relativamente reciente, y no es la forma final, más justa, más efectiva ni la única posible de organizar qué, cómo y por qué producimos.

El artículo introductorio a esta serie terminó con una de las contradicciones más fundamentales del capitalismo: la contradicción entre el valor de uso y el valor de cambio [2]. Comprender esta contradicción ayuda en gran medida a comprender el antagonismo entre aquellos de nosotros que vivimos trabajando y los pocos de la clase dominante que viven haciéndonos trabajar. El conflicto entre valor de uso y valor de cambio es una expresión de la lucha entre clases.

Este artículo explica algunos aspectos de la contradicción entre el valor de uso y el valor de cambio, cómo nos ayudan a comprender mejor el mundo que nos rodea y algunas formas en que podemos utilizar ese entendimiento para explicar la explotación que sufren los humanos, todas las criaturas vivientes y la Tierra, lo cual es necesario para eliminar la raíz de ese sufrimiento.

Mercancías capitalistas

El valor de uso describe la utilidad de los bienes y servicios que producimos y consumimos. Esto parece simple al principio, pero es en realidad un tema amplio y complejo. El valor de uso nombra lo que una sociedad en general encuentra útil, ya sea que nosotros, como individuos, lo encontremos útil o incluso seamos conscientes del uso que nos brinda. El valor de uso de un mismo producto puede variar de persona a persona; una persona puede comer pan por su sabor y otra por sus carbohidratos. Los valores de uso son dinámicos en un nivel superior, en el sentido de que lo que una sociedad encuentra útil ahora, puede que no lo encuentre útil el próximo año.

Bajo el capitalismo, las mercancías también tienen valores de cambio. A primera vista, el valor de cambio es la relación de intercambio entre dos mercancías (por ejemplo, una libra de pan equivale a dos cuartos de leche). Para comprar una mercancía por su valor de uso, tenemos que intercambiarla con una de nuestras mercancías (o algo que las represente, casi siempre dinero o crédito).

La contradicción entre el valor de uso y el valor de cambio es la base de muchos problemas fundamentales del capitalismo, lo que significa que es la base de gran parte del sufrimiento del mundo. Terminamos la introducción de esta serie señalando que esta contradicción es útil cuando se agita en torno a una variedad de temas para avanzar en una lucha específica así como elevar la conciencia de clase en general [3]. Los ejemplos más atroces de esta contradicción son las luchas por la privatización de bienes que antes eran públicos. Privatización es otro nombre para mercantilización, el proceso en el que el capital toma un valor de uso del público, lo privatiza y lo convierte en una mercancía para vendérnoslo. Un ejemplo claro de este fenómeno son las luchas por los derechos al agua. En 2023, la revista Beverage Industry informó que Coca Cola generó $948,411,136, o casi $1 mil millones, en ganancias en 2022 [4].

Al igual que Pepsi y su agua embotellada Aquafina, Coca Cola se beneficia comprando los derechos de las aguas públicas (como los lagos) a los municipios, filtrándolas, embotellándolas y vendiéndole a las familias la misma que encuentran en los grifos de sus casas a precios inflados, alrededor de 133 veces más que los costos del agua del grifo, según Consumer Reports [5]. ¡Vaya innovación capitalista!

En Detroit, por ejemplo, en 2019 las personas enfrentaban escasez de agua y hasta les podían cortar el agua si se atrasaban en sus pagos de agua por más $150. Durante el mismo período de tiempo, las corporaciones de agua embotellada como Coca Cola “también acumularon decenas de miles de dólares en facturas de agua vencidas que no se pagaron durante meses” sin ninguna repercusión. En otras palabras, Detroit privó a miles de hogares de la misma “agua natural” a la que continuaron permitiendo que las corporaciones accedieran y vendieran con enormes márgenes de ganancia. Eso tiene mucho sentido para Coca Cola. Si no tiene sentido para tu compañero de trabajo, significa que él o ella ya saben que el capitalismo es ilógico. El agua es para que la use el mundo, no es una fuente de ganancias para las corporaciones.

Antes de entrar en algunos de los detalles de las contradicciones del valor de uso y del valor de cambio, deberíamos tomarnos un minuto para aclarar qué quiere decir Marx con “utilidad social”.

“Libre elección” bajo la dictadura del capital

Para vivir y reproducirnos, todos los humanos, independientemente del momento o el lugar, necesitamos crear valores de uso. Las sociedades no capitalistas también han intercambiado diferentes valores de uso, e incluso hoy en día lo hacemos con frecuencia. Cuando cambio un libro que he leído ya a un amigo por uno que él ya leyó y que yo quiero leer, estamos participando en un intercambio. Ninguno de los dos produjo los libros, y mucho menos su valor de cambio. Simplemente le estamos pasando al otro un valor de uso.

Un factor que distingue al modo de producción capitalista de otros es que, bajo el capitalismo, las mercancías se producen únicamente por su valor de cambio (o su valor de cambio potencial) y para su venta en el mercado.

Como resultado, la producción capitalista, incluido el tipo de trabajo disponible, la variedad de productos básicos en el mercado, no está determinada por lo que la sociedad realmente encuentra útil o realmente desea, sino por lo que genera el mayor valor de cambio para los capitalistas individuales. No es como si las sociedades capitalistas participaran en procesos democráticos para decidir qué queremos producir; no votamos sobre si nuestra sociedad debería crear buques de guerra y armas o escuelas y casas. Vivimos en una dictadura del capital. No “elegimos” libremente comprar adaptadores o cables nuevos para nuestros teléfonos cada año, al igual que no “elegimos” libremente comprar cosas que están diseñadas para quedar obsoletas en un corto período de tiempo. Es más exacto decir que, en este sistema, los valores de uso son lo que los capitalistas encuentran útiles para la sociedad sobre la que gobiernan.

Una primera consideración de la contradicción: Cantidad vs. calidad

Los valores de uso están vinculados a las propiedades o cualidades inherentes de un producto básico. A tu amigo le gustan las manzanas por su sabor, texturay olor y las prefiere a las naranjas —mi fruta accesible favorita— porque no se hace tanto reguero cuando las comemos.

Al principio, el valor de cambio parece ser también el resultado de las propiedades específicas de una mercancía. Podríamos suponer que una marca de fruta es más cara que otra porque no contiene pesticidas, por ejemplo. Como escribe Marx, “el valor de cambio, a primera vista, se presenta como una relación cuantitativa”, y debido a que el valor de cambio (o el precio de una mercancía) sube o baja (pero generalmente sube), “parece ser algo accidental y puramente relativo y, en consecuencia, un valor intrínseco” [6]. Debido a que no sabemos por qué una libra de pan vale lo mismo que dos refrescos grandes, asumimos que debe ser por las cualidades reales de los productos básicos o que la sociedad en general encuentra que dos refrescos grandes valen el mismo uso que una barra de pan.

El valor de cambio es, esencialmente, por lo que se puede vender una mercancía. Esto es algo que se asigna a los productos básicos en el contexto del comercio o intercambio. Todo lo que hacemos, por supuesto, requiere alguna forma de trabajo humano, en el nivel más básico. Todo, desde la vivienda, la ropa, el cuidado de alguien, la crianza de un hijo, lavar los platos, hacer la cama, el entretenimiento, etc., todo implica que alguien está haciendo un trabajo. ¡Sin no trabajáramos, estaríamos muertos!  Y requiere mucho más trabajo producir mercancías: aquellas cosas producidas para satisfacer algún uso o necesidad, que en el capitalismo se reducen al valor de lo que se puede vender. Si mi amigo me hace una manta de ganchillo y hace una versión idéntica de la manta para venderla, este último diseño de ganchillo asumiría un valor de cambio. La primera manta que mi amigo me regaló no tiene valor de cambio.

¿Cómo pueden dos cosas completamente distintas, como manzanas y calcetines, o manzanas y naranjas, entrar en una relación de intercambio equivalente? Porque tienen algo en común: ambas contienen valor, o el tiempo de trabajo socialmente necesario requerido para su producción. El valor de una mercancía dada (y en este punto podemos asumir que el valor de cambio de las mercancías es igual a su valor, basado en el tiempo de trabajo socialmente necesario requerido para su producción) está determinado por el nivel de destreza, la cantidad de tiempo, el grado de intensidad y el conocimiento general promedio requerido para su producción, tomados en conjunto [7].

El valor de cambio se trata de lo que se puede vender para ganar más dinero del que se invirtió en producción. Esta es la preocupación de los capitalistas y propietarios. La gente necesita cosas para usarlas. Los capitalistas y los propietarios necesitan producir y / o vender cosas para acumular capital y, para competir mejor entre sí, tienen que producir y / o vender más que sus competidores y a valores más bajos. Los capitalistas individuales encuentran todo tipo de formas de producir más productos básicos a un ritmo más rápido, desde acelerar la línea de ensamblaje hasta reemplazar a los trabajadores por máquinas. Debido a que el capitalismo es inherentemente competitivo, los capitalistas no tienen otra opción, y terminan reduciendo los tiempos de producción. Como resultado, terminamos con un número creciente de mercancías, cuyo valor disminuye. Trabajamos tan bien que terminamos desempleados.

La fórmula general para el capital y para el resto de nosotros

Al ver el capitalismo a través de este lente, está claro que los trabajadores y los jefes tienen intereses opuestos en cuanto a cualquier producto básico. Marx esboza estas dos motivaciones conflictivas para interactuar con las mercancías en las siguientes fórmulas: M-D-M y D-M-D*. Estos esquemas son menos complicados de lo que parecen. Tomémoslos uno a la vez.

Los trabajadores están interesados en los valores de uso. El intercambio para los trabajadores se ve así: tenemos una mercancía (M) que nos vemos obligados a vender (nuestra fuerza de trabajo), que intercambiamos por dinero (D), que luego intercambiamos para comprar bienes y servicios, o mercancías, que necesitamos o deseamos (M). Los valores de uso se realizan a través de su uso; y luego tenemos que comenzar el ciclo nuevamente.

Los capitalistas están interesados en los valores de cambio. El intercambio para el capitalista se ve así: tienen dinero (D), que usan para comprar mercancías (M): nuestra fuerza de trabajo, los materiales y máquinas en los que trabajamos, y otras cosas como los lugares de trabajo como las fábricas y otros empleados como los contadores. Toman los productos de nuestro trabajo, no para usarlos sino para venderlos (M). Pero nadie haría esto solo para terminar con la misma cantidad de dinero con la que comenzó. Es por eso que los productos básicos deben venderse a un costo mayor que el de nuestra fuerza de trabajo y esos otros materiales necesarios para la producción, para que puedan venderlos por más dinero (D*), donde * representa la plusvalía de nuestra fuerza de trabajo.

Entonces, ¿cuál es la siguiente movida del capitalista? A diferencia de nosotros, los capitalistas no vuelven a la situación en la que empezaron; no están obligados a vender su fuerza de trabajo por dinero para poder sobrevivir. Ahora tienen incluso más dinero para volver a introducir al circuito. En teoría, el circuito D-M-D*, o lo que Marx llamó la “fórmula general del capital”, no tiene límites. Sin embargo, existen límites cíclicos, que llamamos crisis económicas.

M-D-M es la forma en que las masas de la clase trabajadora participan en el capitalismo. La única mercancía que tenemos, que no es natural sino un producto del capitalismo, es nuestra fuerza de trabajo, o la posibilidad de vender nuestra capacidad de trabajar a un jefe durante un período determinado de tiempo. El salario que recibimos, “D”, lo tomamos y generalmente lo gastamos en mercancías básicas que necesitamos, ya sea gasolina, ropa, comida, renta o educación. Terminamos justo donde comenzamos: tenemos que vender nuestra fuerza de trabajo al capitalista nuevamente para sobrevivir y poder seguir trabajando.

Mientras tanto, las personas que comienzan ya con dinero, los capitalistas, tienen una relación completamente diferente con la producción. Los capitalistas usan el dinero con la esperanza de ganar más dinero, que es cuando el dinero funciona como capital, y la fuente de este valor de cambio adicional es nuestra explotación, o el trabajo que realizamos después de haber trabajado lo suficiente para crear nuestro salario. La decisión de qué producen los trabajadores no le importa al capital: naranjas, sillas o armas, para el capitalista solo importan en la medida en que puedan intercambiarse por un valor adicional.

Conclusión

El capitalismo organiza toda nuestra vida en torno a la producción de plusvalía. Trabajamos para producir tantas mercancías como sea posible, y otros capitalistas intentan que consumamos tantas mercancías como puedan. Trabajan constantemente para obtener más valor de cambio de los productos básicos existentes e incluso para mercantilizar los bienes públicos, desde escuelas y hospitales hasta el agua y el aire.

La producción de mercancías por su valor de cambio es una elección, hecha a nivel de toda nuestra estructura política y económica. El socialismo es, en esencia, un sistema organizado en torno a la producción de productos básicos por su valor de uso, un sistema que es mucho más capaz de responder a crisis como el cambio climático, porque no existe un incentivo competitivo para aumentar las ganancias.

Referencias

[1] Centro de Investigación Pew, “Americans’ Top Policy Priority for 2024: Strengthening the Econom” (La principal prioridad política de los estadounidenses para 2024: Fortalecer la economía), Pew Research, 29 de febrero de 2024. Disponible aquí.
[2] Derek Ford, “Capitalist Contradictions and Revolutionary Struggle: An Introduction” (Contradicciones capitalistas y lucha revolucionaria: Una introducción), Liberation School, 19 de diciembre de 2023. Disponible aquí.
[3] ibidem
[4] Chloe Alverson, “2023 State of the Beverage Industry: Sparkling, Flavored Waters Make a Splash” (El estado de la industria de bebidas en 2023: Las aguas espumosas y aromatizadas causan sensación), Beverage Industry, 06 de julio de 2023. Disponible aquí.
[5] Ryan Felton, “How Coke and Pepsi Make Millions From Bottling Tap Water, as Residents Face Shutoffs” (Cómo Coca-Cola y Pepsi ganan millones embotellando agua del grifo, mientras que los residentes enfrentan escasez), Consumer Reports, 10 de julio de 2020. Disponible aquí.
[6] Karl Marx, Capital: A Critique of Political Economy (Vol. 1): The Process of Capitalist Production (El capital: Una crítica de la economía política (vol. 1): El proceso de producción capitalista), trans. S. Moore y E. Aveling (Nueva York: International Publishers, 1867/1967), 44.
[7] Derek Ford y Mazda Majidi, “Surplus Value is the Class Struggle: An Introduction” (La plusvalía es la lucha de clases: Una introducción), Liberation School, 30 de marzo de 2021. Disponible aquí.

Study, fast, train, fight: The roots of Black August

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